Londres es un
cementerio. Las calles antes abarrotadas están ahora desiertas. Las tiendas,
vacías. Y reina un silencio total. Tras la propagación de un virus que acabó
con la mayor parte de la población de Gran Bretaña, tuvo lugar la invasión de
unos seres terroríficos. El virus se difundió, tras la incursión en un
laboratorio, de un grupo de defensores de los derechos de los animales.
Transmitido a través de la sangre, el virus produce efectos devastadores en los
afectados. En 28 días la epidemia se extiende por todo el país y sólo queda un
puñado de supervivientes.
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